Por Lucas Loviscek*
Jugué mi primer campeonato en 1987, cuando tenía 5 años. A partir de aquel torneo participé en forma ininterrumpida por lo menos hasta 1997. Y desde aquel año seguí jugando, aunque en forma menos frecuente porque muchas veces coincidía con algún torneo de seven de rugby.
No me olvido más del Club lleno de gente; de nuestros padres con las botellas de agua alentando desde afuera de la cancha; de nuestros amigos en el mismo equipo o en otro de la misma categoría; de la ansiedad de ver con quién te había tocado en el equipo e ir a ver las listas al Club; de las juntadas previas al partido y desde ahí todos adentro de un auto yendo al Regatas.
Tampoco me olvido de las inauguraciones del Campeonato, en la que desfilaba con un cartel del equipo, y después, de los famosos paracaidistas y las Trillizas de Oro… Era todo un espectáculo. También me acuerdo de que nos quedábamos después de jugar a ver a los otros equipos, tomando algún helado, y de cómo esperábamos desde el viernes a ver qué salía en la revista. Fueron tantas cosas, que es imposible nombrarlas a todas.
Memoria de chinche
Mi primer campeonato fue en el equipo Chinches, con Julián Mazzini y Pipo Augé, dos grandes amigos míos. Salimos campeones y desde ahí que en el formulario de inscripción, en la parte de “Comentarios”, yo siempre ponía “estar en el mismo equipo con Julián Mazzini y Pipo Augé”, pero eso nunca volvió a pasar.
No me olvido más, íbamos el viernes a la tarde al Club ansiosos a mirar la cartelera, donde se anunciaba la hora del partido y el color de la camiseta que te tocaba (blanca o azul). Cada uno podía llevar la suya, pero había un puestito en el Club donde se vendían camisetas blancas y azules con el escudito de Regatas. De todas maneras, tratábamos de llevar siempre alguna camiseta de más, porque nunca faltaba el que se venía con la de Racing o la de la Selección.
Los años dorados
Disfruté especialmente en la A y en la B, por muchas razones. Sentía que estaba yendo a jugar el Mundial. Todos los padres, tíos y primos gritando al costado de la cancha; los entrenadores podían estar adentro; la inauguración del campeonato… me acuerdo de muchas cosas y lo sigo disfrutando.
Me impresionaba un poco cómo estaba montado todo, que existiera una revista con las noticias y algún reportaje, que hubiera tanta gente, que se viviera un clima tan familiar y deportivo al mismo tiempo. Estaba esperando el fin de semana porque estaba el Campeonato, y si llovía, los viernes no podía dormir. Le preguntaba a mi vieja si la camiseta blanca estaba bien lavada… era espectacular.
Algunas caras
¡Qué difícil elegir al mejor jugador! Creo que en su momento fue Juli Mazzini en la A, junto con Andrés Madrid, que después fue jugador profesional, un fenómeno que gambeteaba con las dos. Con él jugué en la B y salimos campeones.
También recuerdo a mi viejo como entrenador. Era un fanático: le avisaba a los padres que trajeran a sus hijos a casa por lo menos una hora antes del partido. Nos juntaba y, aunque no lo crean, hacía pizarrón, explicándonos dónde se tenía que parar cada uno; hasta dónde podía subir el que le tocaba jugar de defensor; que los saques de arco se hicieran siempre a las puntas y no al medio; que tuviéramos cuidado con los tiros de larga distancia porque la pelota picaba y a esa edad se te metía por arriba (una cosa de locos, teníamos sólo 5 ó 6 años). Me acuerdo todavía esa imagen en casa, nosotros chiquitos prestando atención, y los padres ahí también atrás nuestro. Después, un mini partidito en el jardín respetando las posiciones y, por último, nos dividíamos en tres autos y nos íbamos para el Club.
¡Dale campeón!
Recuerdo, también, que mi hermano Maxi había salido campeón cuando yo tenía 4 años y todavía no podía inscribirme. Mi hermano se llevó la copa a casa y la puso alto en la biblioteca como un trofeo familiar, yo la miraba y la miraba… Al otro año me inscribieron en la categoría A. El segundo partido perdimos 1 a 0 contra el equipo de Andrés Madrid, y yo volví llorando a casa. Mi vieja me decía que no era importante, y mi viejo, serio, me decía: “Bueno Lucas, ya está…”. Y mi vieja, siempre consolando, me preguntó: “¿Pero Lucas, por qué llorás?”. “¡Porque yo quiero salir campeón como Maxi!” Entonces, el viejo me miró y me dijo serenamente: “Bueno, intentalo…”, y finalmente salimos campeones.
Me acuerdo que una vez Sebas Böttcher (fotógrafo de la revista) se me acercó y me dijo: “Tomá, mirá lo que te traje”, y me regaló una foto en blanco y negro, en la que estoy pateando una pelota en pleno partido. Todavía la tengo bien guardada, como así también todas las historias de aquellos años que siempre, y a pesar del paso del tiempo, se reviven con fuerza en alguna charla.
Gracias a todos los organizadores pasados, presentes y futuros por el Campeonato. Un gran abrazo para ellos.
* El autor fue capitán del equipo de primera división de rugby del Club durante 2007 y 2008.