La editorial de la semana, en la que destacamos el alma de fair play emblema de nuestro campeonato.
Por Pedro Fassi
Sí bien el campeonato es en sí una competencia, en la que año tras año 13 equipos se llevan la gloria que los otros 148 no pueden más que desear, lo que le da ese valor especial y lo que, creo yo, lo hace mantenerse en vigencia hace ya más de medio siglo es su espíritu y los valores que busca transmitir. Por esta razón, lo que más se preserva en la memoria de aquellos que forman parte son las anécdotas, los amigos nuevos y los momentos felices, que abundan por encima de los éxitos deportivos. Este 2023, ya habiendo transcurrido dos semanas de un nuevo evento social y futbolístico, podemos afirmar que, a pesar de no suceder de manera perfecta, el campeonato infantil de fútbol de Regatas nos transmite una forma no solo de jugar, sino también de vivir. Con esta editorial buscamos destacar valores como el respeto y el compañerismo, banderas del campeonato, puestos en practica en los pequeños gestos que marcan la diferencia.
Un partido de fútbol cualquiera y uno de nuestro torneo de noviembre se distinguen en los detalles, la atmósfera familiar, el esfuerzo y la dedicación de la comisión organizadora y de los árbitros voluntarios, la excelente participación de los cronistas de la revista y la actitud respetuosa y solidaria de los jugadores, que es fundamental para un correcto desarrollo del juego. Un ejemplo de esto último es Matías Cifuentes, un pequeño jugador de la categoría D que, aunque su equipo perdía, reconoció haber rozado una pelota y le dio una mano al árbitro que no estaba seguro de que cobrar. A pesar de haber sido reclamado por sus compañeros, Mati se mantuvo fiel a lo correcto y en un gesto de moral demostró como debe comportarse un jugador de nuestro campeonato. Otro momento para remarcar fue cuando los jugadores de Brasilia, también en la categoría D, decidieron jugar con 8 jugadores ante la falta de contrincantes, para que el partido se más parejo demostrando un gran espiritu de camaradería. Algo que no puede faltar en todos los encuentros de nuestro torneo son los espectadores, las familias y amigos de los chicos que alientan con la mejor onda e incluso funcionan como jueces de línea, ayudantes y hasta médicos cuando se los necesita, un publico multifunción. Por último, la admirable tarea de todos los miembros de la organización, que desde hace meses están trabajando voluntariamente y en silencio para que todo salga a la perfección. Todas estas situaciones y muchas más son la imagen diaria del campeonato, que engrandecen la calidad humana y social de este multitudinario evento. Medio siglo de campeonato llevamos sosteniendo estos valores bien alto y transmitiéndolos a todo aquel que lo juega por primera vez. ¡A seguir así!